viernes, 21 de agosto de 2020

Rompecabezas


Mi papá me enseñó a armar rompecabezas. Me enseñó a empezar buscando los bordes y las 4 esquinas, para luego conectarlas, teniendo así todo el borde y una idea de qué tan grande sería el rompezabezas. El resto se reduce a asociar por color y pasar el rato juntos, haciendo pequeñas o grandes exclamaciones cuando una pieza encajaba. Depende de qué tanto estabas buscando esa pieza. Desde entonces me encanta armarlos y tuve varios cuando niña y no tan niña. Es una actividad que me da paz y concentración. Ahora con la edad (un saludo para Frodo), también dolores cervicales.

Tengo un recuerdo de un berrinche con un rompecabezas, creo estaba en preescolar o primero. Fue por culpa de una amiguita del barrio que jugábamos juntas y un día me desbarató lo que ya tenía empezado era un rompecabezas de 280 piezas con el dibujo de un velero en un mar revuelto. La muchachita era un año menor que yo nada más pero yo observaba que siempre se salía con la suya y que la malcriaban mucho. Nunca fui de berrinches y me portaba siempre muy bien, pero ese día no aguanté su desfachatez y le grité a ella y a su mamá que estaba ahí: - hasta que no me armes lo que rompiste no te vas de aquí!! 
Jejejeje qué recuerdos, casi me lo hacen completo. Yo y mi sentido de la justicia.


Hace como un mes, ya ni me acuerdo, (es que llevamos ya varios de cuarentena) decidí comprarme uno en rebajas y mi compañero de cuarto también se compró otro, ambos de mil piezas. Me he dado una clase de ENGANCHADA, era estilo hasta que no lo termine no paro, pero tenía que hacer ¨cosas¨, como dormir, trabajar y eso. Terminamos el de mi compañero en un fin de semana, entre barbacoas y cervezas y me hizo daño estar haciéndolo sentada en una silla de bar con una mesa de altura baja. Estuve un día sin trabajar después de eso porque no me podía mover.

Luego hice lo que toda persona normal haría, empecé otro. Me demoré como una semana, tratando de no estar tantas horas en posición de Sherlock Holmes sin lupa encima de las piezas. Al final, con la satisfacción de haberlo terminado casi yo sola, lo guardé y me dije no más rompecabezas por ahora.

Pero el destino fue caprichoso y el otro día me encuentro en los bajos del edificio que botaron 7 cajas de rompecabezas. Me llevé 6, dejé uno para que alguien más se jorobe, digo, lo disfrute.