martes, 26 de abril de 2022

El día que se rompió la fuente III

previamente ...

En el chat de las CSP se discutía sobre el premio por acertar el día de parto.

Caracolo chequeaba la lista de cosas importantes que hacer cuando llegara el momento. 

Yo me vestí con calma, me cepillé los dientes y llamé al taxi. Ya había almorzado y me había bañado. Cuando llegamos explico la situación y me indican que suba a ver a la comadrona de turno y que Caracolo debía esperar afuera.

La comadrona me puso el monitor de los latidos fetales y me tuvo unos minutos en observación. Me explicó que con cada contracción los latidos de la niña eran irregulares y que eso significaba que estaba estresada, además que el líquido amniótico se puso color verdoso oscuro ya que se había hecho caca. Contando con que sólo había dilatado un centímetro y pasarían unas horas antes de que llegara a los 10 centímetros necesarios pues enseguida dije que si a la cesárea, lo que sea mejor para la nena. 

Todo fue muy respetuoso y me explicaban muy bien (en inglés) tanto las enfermeras como comadrona, doctora y anestesiólogo, todos me iban a ver se presentaban y me informaban el papel que iban a jugar en la operación.

Llamaron a Caracolo para que se vistiera como corresponde el protocolo, mientras me estaban preparando con el tróquer medicamentos. El anestesiólogo me fue diciendo cómo iba a proceder para la raquídea, en esta parte estaba nerviosa porque sabía los riesgos que podía tener desde quedarme paralítica hasta tener dolores de cabeza muy fuerte. Estaba sentada en la camilla y la comadrona me cogía de las manos hablándome para que me relajara y el anestesiólogo rociando sprays desinfectando y todando las vértebras, hacía presión en el lugar donde iba a pinchar e hicimos un simulacro, me decía: cuando yo te diga vas a sentir presión aquí, te vas a encorvar hacia delante lo más que puedas, tomas aire y no te muevas.
 
No sufrí ningún dolor ni siquiera las contracciones dolían porque sólo habían comenzado. Ya estaba anestesiada y acostada cuando entró Caracolo a sentarse a mi lado. Eso era lo que más quería que estuviéramos juntos, el procedimiento fue rápido, por suerte, sin complicación. Sentí cuando hacían presión para sacarla y le dije: ya va a salir. Oímos su llanto, luego le cortaron el cordón, limpiaron un poco me la pusieron en el pecho y fue hermoso.