Hola hola Caracola hoy les comparto un cuento corto que escribí cuando estaba en segundo año de la carrera, lo presenté a un concurso universitario por probar y participar, la verdad no me considero escritora. El resultado fue que obtuve tercer lugar, pero lo importante aquí es que el cuento va de cómo conocí a Caracolo. En vistas al día de la dependencia emocional como lo llama Lorzagirl
Así que niños esto es How I Met Your Father. También tengo que poner una alerta.
ALERTA: contenido cursi y friki sobre autómatas.
Era lo que estaba estudiando en ese tiempo, así que a joderse. Si aún quieren seguir leyendo, este contenido es cuando hablo en el cuento de los estados q sub-cero, q sub-uno y así... Googleen si quieren saber más.
El Cuervo
La vida comienza cuando
anochece, sobre todo bien tarde en la universidad. Nace cualquier día de
cualquier mes en cualquier cafetería...y es curioso, el cómo conocí a mi
cuervo.
Situada cabeza abajo
contra el colchón, atormentada por los demonios del pasado y del presente, me
descomponía poco a poco en mi cuarto. Largaba suspiros unos tras otros,
atropellados entre ellos y yo, entre ellos y una gota salada, escapada
corriendo a estrellarse contra la cama.
Dolor de cabeza,
estómago vacío y la sangre pidiendo café... - no podía estar peor - hace tres
semanas que no hay. No sé por qué… me visto para probar suerte. Quizás por la
ayuda de una amiga, quizás porque cualquier cosa es mejor que estar en esa
posición. Con un 1 o un 0 paso a los siguientes estados sin retorno a q0
(sub-cero) Emprendemos rumbo a la primera parada (o estado q1): algo que comer.
Conseguido. Estado q2: tomar café. Increíblemente conseguido...pero antes....
Durante todo el trayecto
vi los esfuerzos en vano de mi amiga para animarme. La noche para mí estaba más
negra que de costumbre y en alguna parte me esperaba mi cuervo. ¿O yo lo
esperaba a él?
Al llegar a la cafetería
me hipnotizó por unos segundos la imagen a contraluz de una pareja sentados la
borde del abismo, donde me gustaría sentarme (pensé). A la espalda de él una
guitarra enfundada, la que me gustaría tocar (pensé), y los dos sonriendo, lo
que me gustaría hacer (pensé).
Un aroma conocido me
saca de mi ensimismamiento y aquí fue cuando desafié a la máquina de expresso a
que me diera lo mejor de sí, consiguiendo salir del estado q2.
Cuando me acostumbro a
la luz de la lámpara y miro...ahí estaba mi cuervo, vestido de negro, pero no
me dice nada, absolutamente nada. ¡Claro! Los cuervos son negros y sólo hablan
de vez en cuando para decir “nunca más”, “nunca más”.
Me senté en el abismo, y
toqué la guitarra, finalmente sonreí y hasta ahora...
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